Cuando mi cliente, Jose Vilaplana, me trajo el instrumento que acababa de adquirir, sabia que me iba a quedar su contrabajo mucho tiempo. Pero no sabia que lo iba a tener más de 6 meses.
Se trata de un contrabajo del luthier frances Pillement datado del principio del siglo XIX.
El instrumento tenía una larga lista de defectos:
– grietas multiples en : los aros, la tapa al nivel del alma, al nivel de la barra armonica
– despegos variados
– un batidor demasiado fino para cepillarlo bién
– una caja muy desgastada de tanto haber abierto el instrumento en el pasado
– un mastíl demasiado corto al gusto del consumidor
– un sonido un poco difuso debido a todos estos fallos, y también al hecho de que necesitaba una nueva alma, nuevo puente y nueva barra armonica
Aquí tenéis la fotos del instrumento abierto antes de empezar las reparaciones:
En estas fotos, se pueden ver los intentos de reparación de los bordes de la tapa por debajo. Notad que no se respecta ni el ancho de la veta de la madera, ni la alineación.
La tapa una vez reparada se parece a esto:
Como se ve, los distintos trabajos han sido realizados:
– reparación – refuerzo de distintas grietas con tacos de refuerzo
– reparación de todos los bordes de la tapa
– sello de alma
– sello de barra armónica
– nueva barra armónica con tacos de refuerzo de los dos lados a donde se encontraban grietas de cada lado
El contrabajista dueño del instrumento quería un instrumento más fácil de tocar con los siguientes requisitos:
– poder tener el fa sostenido de la cuerda sol en el lugar donde se une el mástil al cuerpo y la única manera de conseguirlo, es haciendo un mástil de 5 cm más largo!!
– Como el instrumento tiene la forma de violoncelo (con los hombros altos), resulta difícil de tocar.Se puede mejorar eso teniendo un mástil más alto en la unión al cuerpo.
Hemos acordado que haríamos un mástil nuevo conservando la cabeza original.
Por cierto, el mástil original era de haya, así que lo hemos vuelto a hacer de arce rizado, como los aros y fondo.
Aquí está el trabajo acabado:
Una vez acabado el mástil, solo me quedaba:
– los retoques de barniz
– el batidor
– la cejilla de diapasón
– el alma
– el puente
…y el montaje final
Aquí está el resultado, con su feliz dueño, Jose «Pepe» Vilaplana…
… y con su feliz luthier!
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